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Óscar Wilde

martes, 12 de enero de 2010

Las Animas Benditas del Purgatorio


Las personas tenemos cuerpo y alma, cuando morimos el cuerpo va a la tierra, a la sepultura, pero el alma no muere, va al purgatorio donde cumple su pena antes de entrar al reino de los cielos. Las Animas Benditas del Purgatorio son esas almas que están en el purgatorio y necesitan que se les rece para poder ayudarlas en su penar, y a cambio de nuestro rezo ellas también nos ayudan.

En los pequeños pueblos de Castilla se cuentan muchas historias sobre estas ánimas, historias que pasan de generación en generación, que aseguran que todo lo narrado es cierto porque les sucedió a algunos de nuestros antepasados.

··· Leyenda ···

Carmen era una joven mujer que vivía en el típico pueblo castellano. Se dedicaba al trabajo en el campo, cultivaba alimentos y labraba la tierra.

Todas las noches al acostarse, rezaba a las Animas Benditas del Purgatorio para que la despertaran de noche para que pudiera regar sus cultivos. En su pueblo, la gran mayoría de los vecinos tenían cultivos, como Carmen y también debían regarlos. Pero Carmen se levantaba pronto e iba a regar los suyos con el agua de la poza, no fuera que otro vecino madrugase y se acabara el agua de la poza, por eso Carmen rezaba todas las noches a las Animas Benditas del Purgatorio para despertarla.

Ocurrió que un día Carmen se levantó sobresaltada al oír un fuerte ruido en su habitación, pues el cristal de uno de sus cuadros se había caído al suelo. Pero lo curioso fue que aunque el cristal impactara contra el frío suelo de lanchas de piedra, no se rompió. Y Carmen estaba segura de que fueron las Animas Benditas del Purgatorio, para despertarla, tal y como ella las había pedido.

Unos meses más tarde, se celebraba un gran mercado en la capital de la provincia. Y Carmen decidió subir al mercado para vender los alimentos que ella había cultivado, cargó su burra con la ayuda de su hija, con tres enormes cestas de mimbre, cargadas con todo tipo de cultivos.

Debían emprender el viaje de noche, pues irían caminando, para llegar al mercado a primera hora de la mañana.

Antes de salir del pueblo, Carmen rezó a las Animas Benditas del Purgatorio para que las acompañaran, a ella y a su hija, en su viaje, y las protegieran de algunos animales de la noche.

Madre e hija iniciaron el camino y cuando ya habían andado un corto tramo, aparecieron dos mujeres vestidas de negro, con medias también negras, y un pañuelo del mismo color en la cabeza, que se colocaron delante de la burra y comenzaron a caminar. Carmen y su hija sólo las podían ver de espaldas.

La hija, que se asustó un poco de ver a las mujeres, le preguntó a su madre en un susurro:

- Madre. ¿Quiénes son esas señoras que van delante de nosotras?

- Hija, son las Animas Benditas del Purgatorio, a las que hemos rezado y han venido para protegernos en nuestro camino.

Pasaron la noche en silencio, sin parar de caminar, escuchando solamente el sonido de sus pasos sobre las piedrecillas del camino.

Al aparecer los primeros rayos del alba, que daban comienzo al día, las dos mujeres vestidas de negro, desaparecieron, pues Carmen y su hija estaban ya seguras sin la oscuridad de la noche.

I. R., 2ºC

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