Luz de luna

Era un día de invierno, nubloso y sombrío, el viento ululaba de una forma muy poco común. Como cada tarde, mi hermana y yo paseábamos por el campo disfrutando del paisaje. Algo llamó mi atención, un caballo blanco, casi plateado me atrevería a decir. Pasó como una exhalación a nuestro lado y se dirigió hacia un pequeño remanso llamado El Lago de la Luna. Acercó su hermosa cabeza a las apacibles aguas y sorbió durante un segundo que me pareció eterno, luego desapareció entre las sombras del bosque. Llevé a mi hermana al lago y nos sentamos a la orilla. Comencé a contarle una leyenda que ocurrió hace mucho tiempo en ese mismo lugar:

En época de dragones, caballeros, princesas en apuros y ninfas, apareció en una cueva cercana al pueblo un pequeño unicornio plateado de crines azuladas. Nadie sabía de donde venía, ni como había llegado hasta allí, pero allí estaba, radiante cada noche a la luz de la Luna. Muchos cazadores intentaron atraparlo para el rey y ganar una suculenta recompensa. Ninguno lo consiguió. El rey, al ver que no podía, con lo que pensaba que era un simple caballo, llamó al hechicero real para pedirle consejo. El brujo solo le pudo revelar que ese caballo no era como cualquier ser fantástico, era diferente, tenía un poder místico demasiado fuerte como para que el ser humano lo comprendiera. Era un animal libre al que nadie podía domar, pero el rey lo ansiaba tanto ,que eso le daba igual, lo quería, vivo o muerto. Mandó llamar a sus mejores arqueros para dar caza al unicornio. Pero lo único que consiguió fue la muerte de uno de ellos. No sabían qué le había causado el fallecimiento ya que en ningún momento la bestia hizo ademán de atacar, simplemente cayó al suelo. Un día iba el bello unicornio caminando por el lago cuando encontró a una niña de unos ocho años tendida en el suelo, llorando desconsolada. El precioso animal se acercó a ella que temerosa, intentó escapar. El caballo no la dejó y la llevó a su cueva para cuidarla. Aunque el corcel no podía hablar la niña sabía que la escuchaba y le contó su historia. Unos bandidos, seguramente enviados por el rey, las atacaron de camino a casa y dieron muerte a su madre. La niña llamada Selene, que significa Diosa de la Luna, escapó. En su huida tropezó y se golpeó la cabeza con una roca, que la dejó sin sentido varias horas.

Pasaron los años y Selene fue creciendo. Llamaba al unicornio Luz de Luna. Fueron juntos a muchas batallas contra el rey que intentaba matarles cada vez que se ponían a su alcance. No era capaz de creer que una mujer hubiese conseguido adiestrar al caballo que ni sus mejores hombres atraparon. Lo que el rey no sabía era que el unicornio no estaba amaestrado, sino que Selene era la elegida y por lo tanto Luz de Luna la acompañaba por su propia voluntad. Volvió a llamar al hechicero y le contó la nueva historia de la muchacha y el unicornio. El nigromante fascinado con el relato fue en su búsqueda, los halló gracias a un conjuro. La chica asustada sacó su espada, pero rápidamente el corcel la detuvo inspirándole confianza hacia el mago. Estuvieron conversando toda la noche. A la mañana siguiente Selene y Luz de Luna tenían una misión que cumplir antes de ascender al cielo para convertirse en los Dioses místicos de la Luna. La chica emprendió el galope hacia el castillo para asesinar al rey. Terminó con todos los guardias en un instante ( unas fuerzas espirituales la ayudaron). Por primera vez Luz de Luna desplegó sus alas ante la sorpresa de Selene. Sin pensarlo dos veces se subió a su lomo remontaron el vuelo hasta la torre mayor donde reposaba el rey. Entró en el aposento y se encontró al soberano recostado en su lecho. El monarca desenfundó su espada y comenzó el enfrentamiento. Después de un intenso combate, Selene le hundió una daga en su acorazado pecho y cayó muerto a sus pies. Apareció el mago, le confesó que el rey era su padre y que había mandado matar a su madre por haberle sido infiel con su propio sirviente. Se dejó caer de rodillas y rompió a llorar, pero no de pena, de rabia. Le reveló al hechicero que no quería ser una diosa, sino seguir liberando a familias de personas injustas e inhumanas. El anciano mago le dijo que había cumplido su misión Selene y Luz de Luna se elevaron hacia el cielo infinito. Desde entonces hay muchos que han visto el reflejo de una princesa a lomos de un maravilloso corcel en el lago en días de luna llena.

No me di cuenta de que se había hecho de noche y el cielo se despejó dejando ver claramente una magnífica luna llena. Mi hermana se acercó al lago para comprobar si estaba el reflejo de Selene y el unicornio. La imité y las dos contemplamos no se sí con cara de espanto, asombro, felicidad, o las tres cosas a la vez el reflejo nítido e impoluto de la maravillosa pareja.

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